New Way

Este año lo he empezado sin propósitos, si, tal cual suena. Y no porque no tenga ninguna esperanza puesta en él, pero todavía tengo tareas pendientes del año pasado, y prefiero dejarlas zanjadas antes de proponerme otras cosas.
Me dije en su día, hace ya casi un año cuando hice las maletas, que ese momento sería un punto de inflexión en mi vida, y que haría cuanto quisiera sin importarme lo que pensaran los demás. Creo que lo he aprobado con nota, y que el resultado ha sido positivo a pesar de los revés a los que alguna vez he hecho referencia, y a los que ya he dedicado ya demasiados minutos de mi vida.
Llevo ya una temporada pensando en un cambio profesional, algo que me guste y me motive, y con lo que disfrute. Me apetecen proyectos nuevos, diferentes, que nada tengan que ver con lo que he estado haciendo hasta ahora, porque me aburre soberanamente.
Hace unos años ya hice un cambio radical, y aquí entre nos, fue como quitarse un muerto de encima, muchas veces la comodidad con la que consigues vivir, acaba siendo una propia limitación para dejarlo.
Muchas noches en vela, y muchas más dándole vueltas y vueltas, hasta que llega un día que, sin saber porque motivo, te decides a tomar la decisión, a llamar las cosas por su nombre y matas el tema de raíz. Ha llovido bastante desde entonces, pero al final, como siempre, me quedo con lo bueno y lo recuerdo hasta con cariño.  

Hoy por hoy, quiero volver a darle otro giro, el anterior sólo fue de 90 grados, me supo a poco, necesito más. Y creo que en mi caso tengo mucho que ganar y poco que perder, así que estoy dispuesta a ello, y a hacer lo que haga falta.
Quizás empiezo la casa por el tejado, pero las ganas y la ilusión las tengo preparadas en el punto de salida, sólo me falta tocar la tecla adecuada, para que absolutamente todo en mi vida sea redondo. Y no desisto en encontrarla, porque seguro que hay nota perfecta para mi.

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