Suma y sigue

Desde pequeños esperamos el día de cumpleaños con nervios e ilusión, algo así como unos segundos Reyes Magos. Era emocionante porque venían todas las amigas a casa, y como aquel día estaba permitido casi todo, jugabamos a ser mayores. Lo más divertido era desempaquetar todos los regalos que me iban dando por orden de llegada, y que luego iba enseñando correlativamente.
Lo que más corte me daba era el momento soplavelas, me daba una vergüenza tremenda cuando cerraban las luces y todos cantaban al unísono el cumpleaños feliz, no sabía donde mirar, así que optaba por clavar mis ojos en las velas hasta que terminaban. Si estaba muy suelta, a lo mejor movía los brazos haciendo "us" como si estuviese dirigiendo una orquesta.
Ahora me doy cuenta del faenón que le suponía a mi madre preparar todo aquel tinglado, y por supuesto porque siempre había otra madre por allí enmedio. 

A medida que me iba haciendo mayor, llamémosle a la edad del pavo, digamos que empezaban a ser un poco diferentes, eran igualmente en casa pero lo que más quería era celebrarlo con mis amigas aunque fuera comida rápida y a dos minutos de casa.  Años después así fue claro, pero con comida no tan rápida.
Estos últimos años tampoco es que haya sido algo impresionante, por un motivo u otro, no ha habido globos, ni siquiera pastel, ha sido algo tranquilo y sin mucho ajetreo, será cosa de la edad. A pesar de estar a diario con mi media costilla, ese día hace que continue siendo igual o más especial, nos levantamos prontito como si tuvieramos que exprimir todos los minutos de día, e intentamos alargarlo al máximo. 

La noche anterior, y a las doce y un segundo como un clavo, me levanta de la cama para darme los regalos, me canta el cumpleaños feliz, y me pruebo todo lo nuevo (que ojo tiene el condenao!) total que se nos dan las tantas de la madrugada porque después no hay quien duerma. Desde aquí le doy las gracias a mi medio costillar, por hacer que este dia siga siendo tan especial como antes, por ser tan bueno conmigo, y tan incondicional.

También me gustaría agradeceros  vuestras felicitaciones, han sido muy especiales para mi, parece mentira que personas que ni siquiera te conocen te envíen felicitaciones y que, para aquellas que algún día vinieron a casa, ni siquiera existas.

Gracias.